20110114

Los Golpes

La encía destrozada, maje. Ningún diente se me fue, eso sí. Pero estoy sangrando como Cristo, cerote. Cuando no es de joda el problema y nunca te han visto los cabrones, se te van directo a la cara, no perdonan ni piensan en la cuenta que te va a salir en el dentista ni la puteada de mil maravillas que te van a dar tus tatas por andar de bayunco. Tienen razón, porque sos vos el pendejo que se va a meter en esos desplantes y te dejan con ese pijo de calazos, como que sos trompo.

Después del aluvión de cerotazos, solo pensás en un paraíso de puras Panadol, un baño completo de alcohol noventa, kilómetros de gasa, yeso, morfina, anestesia, camilla, enfermero. Claro, uno ni monedas tiene para el teléfono público o para una bolsita de agua helada que le calme el dolor de encías. Maje, si ahorita estoy completamente lavado porque me hueviaron hasta el carné de la universidad y me quebraron el celular por puro joder. Es que son mierderos. Todo por andar de machito vergón, me miraron mal y yo no me podía quedar con la trompa cerrada, tenías que llevármela de chistosito y preguntarles que si se les había perdido alguien como yo. Se encendieron rapídisimo, loco, como que hubiera matado a la nana me empezarón a golpear, y yo que ni con mis cheros me he dado verga y de gimnasios solo nombres me puedo, por supuesto que me agarraron a reventarme todo.

Yo solo quiero llegar a la casa. Pero tengo que esperarme unas dos horas antes de empezar a caminar porque, aparte de que me duelen las patas, tengo que llegar cuando mis tatas estén dormidos y ver cómo disimulo un poco las cicatrices. Solo quiero una maldita pastilla, de cualquier cosa, aunque sea venadril quiero, algo que me quite el dolor de mierda que ando.

El plan está así: llego a la casa y me quedo doblado en la cama hasta que se vayan mis tatas en la mañana, ya para cuando sean como las nueve y media, que es cuando regreso de clases, les voy a llamar de algún público diciéndoles que me acaban de asaltar como cuatro cerotes, a ver si me sale la paja. Yo, por el momento, solo tengo que quedarme tranquilito aquí en la acera sin hacer otro desvergue.