20080518

No country for old men

Hablar de “No Country for Old Men”, es hablar de la naturaleza humana. Para ser precisos, es hablar de la madurez del hombre a través de los años, de la incongruencia que tienen las nuevas épocas para los más viejos y hablar también acerca de la violencia, que conmueve desde sus adentros a los indefensos y a los más sensibles. Todo esto, por supuesto, mostrado en dos horas, de forma magistral en manos de los hermanos Coen; quienes llevan, paso a paso, el proceso cinematográfico de un trozo de la realidad vigente a nuestros tiempos.

Es claro, que no se puede hacer un análisis a la ligera de esta película; sobre todo si tomamos en cuenta el desarrollo, poco ortodoxo, de la historia y las situaciones, crudas, que van envolviéndonos en una tormenta de violencia sin que nos demos cuenta. Una historia sin principio propio, y sobre todo sin un final que cierre alguna de las problemáticas planteadas en el filme. Los problemas quedan en el aire, y el terror encarnado por Javier Bardem continúa vivo, sin detenerse, sin razonar, sin volver la vista atrás.

Tomando en cuenta los puntos anteriores, podría decirse que “No Country for Old Men” es un
gran inicio. ¿Un inicio para qué? Para la historia de violencia que habríamos de presenciar nosotros mismos, en persona, en nuestra época. La horrible pesadilla relatada en la última secuencia, se convierte en una parábola para nuestra historia: generaciones pasadas que nos llevan ventaja y que vivirán en la memoria mucho más tiempo que nosotros, pues, al igual que Llewelyn Moss, estamos ciegos por la ambición y las situaciones de caos que nos rodean nos hacen morir, inclusive antes, de disfrutar lo que hemos obtenido.

Una pieza, con creces, superior a muchas historias moralizadoras; mezcla con eficacia las reflexiones humanas alrededor de su ambiente. La frase final pisa fuertemente nuestras almas: después de aquella pesadilla quedamos al margen de la realidad, que es , sin dudad, peor que el sueño, una peste bubónica recorre la ciudad y azota sin piedad a los inocentes, dejando el destino en manos de una moneda. Nosotros simplemente dejamos pasar los problemas, pero no podemos olvidar que estamos despiertos, adentro de ese mar de violencia.

1 Kwetta:

Anónimo dijo...

espero que ese "comment" no sea el mio en el blog de Atilio xD