Hablar de “No Country for Old Men”, es hablar de la naturaleza humana. Para ser precisos, es hablar de la madurez del hombre a través de los años, de la incongruencia que tienen las nuevas épocas para los más viejos y hablar también acerca de la violencia, que conmueve desde sus adentros a los indefensos y a los más sensibles. Todo esto, por supuesto, mostrado en dos horas, de forma magistral en manos de los hermanos Coen; quienes llevan, paso a paso, el proceso cinematográfico de un trozo de la realidad vigente a nuestros tiempos.
Es claro, que no se puede hacer un análisis a la ligera de esta película; sobre todo si tomamos en cuenta el desarrollo, poco ortodoxo, de la historia y las situaciones, crudas, que van envolviéndonos en una tormenta de violencia sin que nos demos cuenta. Una historia sin principio propio, y sobre todo sin un final que cierre alguna de las problemáticas planteadas en el filme. Los problemas quedan en el aire, y el terror encarnado por Javier Bardem continúa vivo, sin detenerse, sin razonar, sin volver la vista atrás.

Una pieza, con creces, superior a muchas historias moralizadoras; mezcla con eficacia las reflexiones humanas alrededor de su ambiente. La frase final pisa fuertemente nuestras almas: después de aquella pesadilla quedamos al margen de la realidad, que es , sin dudad, peor que el sueño, una peste bubónica recorre la ciudad y azota sin piedad a los inocentes, dejando el destino en manos de una moneda. Nosotros simplemente dejamos pasar los problemas, pero no podemos olvidar que estamos despiertos, adentro de ese mar de violencia.
1 Kwetta:
espero que ese "comment" no sea el mio en el blog de Atilio xD
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